Pócima para una Revolución Popular
En un país lleno de injusticia y opresión,
názcase un niño observador y con gusto por la gente
nacido en un ambiente pobre y carente.
Cultívese al niño con historias del pueblo
Añádase un gusto alegre por el beisbol y por sus héroes,
Transmútese este gusto, luego de un tiempo,
por el de la historia patria y por sus héroes.
Métase al niño, ya joven, al ejército.
Júntese con otros militares jóvenes patriotas.
Pónganse en su camino libros de Marx y Lenin.
Añádase una audacia de realismo mágico
que conduzca al joven, ya hombre, a un fracaso,
a cambio de darse a conocer a todo el mundo.
Comiéncese un proceso alquímico
de conexión entrañable con su pueblo.
Háganse las circunstancias justas
para que el hombre sea líder de su nación.
Désele campo total para desarrollar sus ideas
aunque estas vayan a contracorriente
con la falsa hipocresía del mundo.
Déjense pasar así 14 años.
Luego añádase una enfermedad incurable, inexorable, fatal,
que termine con su vida en pocos meses.
Désele una última victoria
producto del amor procesado con el pueblo.
Ocúltese del pueblo la degradación del cuerpo,
para que sea el alma la que quede clavada en la memoria.
Finalmente, júntense todas las lágrimas derramadas por el pueblo.
Llénese una gran vasija de barro con esas lágrimas.
Guárdese muy adentro de la tierra
y espérese el momento propicio para beber la pócima.
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